Esta lección es un sumario de conceptos previamente enseñados. Queremos ayudar a los creyentes a comprender su continua interacción con las dos naturalezas, y cómo esto impacta su relación diaria con el Espíritu Santo.
Después de la salvación hay dos caminos para el nuevo creyente. Ambos caminos representan a creyentes.
- Una línea gradualmente sube y entra en la “Tierra Prometida Espiritual”. Este camino de arriba representa a un creyente quien ve al Señor como el que supervisa y dirige su vida.
- El camino de más abajo lleva hacia un “Desierto Espiritual.” Este camino de más abajo representa al creyente quien, ya sea por ignorancia o elección, no ha reconocido el Señorío de Cristo sobre su vida.
1) Antes de ser salvos, nosotros fuimos incrédulos. Vivimos encadenados por la naturaleza humana pecaminosa (representada por la cadena alrededor del árbol obscurecido.)
En la cruz fuimos liberados de la “pena” del pecado (representado por la “cadena rota” alrededor del árbol obscurecido). Durante esta vida desde la cruz hasta la muerte estamos siendo liberados del “poder” del pecado. Y en la muerte física seremos liberados de la “presencia” del pecado.
2) En el momento de salvación, el creyente es liberado del dominio de la naturaleza pecaminosa, y recibe al Espíritu Santo, y a partir de ese momento Él vive en el creyente. Empezamos la vida cristiana permaneciendo en comunión con el Espíritu Santo, y optamos por tomar uno de los dos caminos: (#4 o #5/6)
Es importante notar que aunque el creyente ha sido liberado del dominio de la naturaleza pecaminosa, ésta no deja de existir, y continuará en el creyente hasta que ocurra la muerte física, entonces el creyente será liberado de la presencia de la naturaleza pecaminosa.
3) Al creer, yo nací dentro de la raza espiritual y recibí la naturaleza divina de Dios en la persona del Espíritu Santo. Ya no sigo encadenado a la naturaleza pecaminosa, aunque todavía está presente.
Romanos 6:6-7 (Pablo escribió) Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con Él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado; porque el que muere queda liberado del pecado.
El incrédulo no tiene otra opción más que ser dominado por la naturaleza pecaminosa, produciendo solamente fruto defectuoso.
Sin embargo el creyente está solamente dominado por la naturaleza pecaminosa por elección (o sea voluntariamente).
4) La línea ondulada de abajo representa la vida cristiana “anormal”.
Si los creyentes no son instruidos personalmente de cómo seguir al Espíritu Santo, la mayoría de los creyentes se hallarán ajustando su comportamiento al de otros creyentes, en vez de seguir la guía del Espíritu Santo. El resultado típico es que tarde o temprano el creyente ignorará o descuidará la guía del Espíritu Santo, escogiendo más bien seguir el ejemplo de otros creyentes.
Ya sea como resultado de la ignorancia espiritual, o por desobediencia voluntaria, el creyente que no está dispuesto a permitir que el Espíritu Santo administre su vida se encuentra a si mismo en un desierto espiritual, donde no puede obtener victoria sobre la naturaleza pecaminosa. Este creyente se pierde de la vida cristiana fructífera planeada por Dios.
Es típico de estos creyentes ver a Dios como su “socio menor”, en vez de su Amo. Ellos concluyen que “Él siempre está allí cuando lo necesitan para que los libre de malas circunstancias”. Por lo general consideran sus propias metas y deseos de mayor importancia que las de Dios, esperando que Dios se ajuste a sus propios planes, en vez de ajustarse a los de Dios. Sus vidas se caracterizan por una “disposición de auto-dependencia”. (Como lo ilustra el Rey Saúl - vea la Lección 3-3)
Nota que el Espíritu Santo (representado por la línea punteada justo arriba de la línea ondulada) está tratando constantemente de atraer al creyente a que reconozcan a Cristo como Señor. El Espíritu Santo no es la fuerza dominante en la vida de este creyente. Por consecuencia Él no tiene la libertad de producir Su fruto a través del creyente como Él quisiera.
La línea continua en la parte inferior representa el dominio de la naturaleza humana pecaminosa. Este creyente depende de su propio entendimiento para tomar decisiones.
El someterse a la naturaleza humana causa problemas para el creyente y se espera que al sentirse tan insatisfecho y frustrado (generalmente a través de una crisis) él finalmente tome la decisión de reconocer el Señorío de Cristo sobre su vida.
Estos creyentes se describen en la parábola del sembrador, en Mateo 13 y Lucas 8, como distraídos, inmaduros, y sin frutos de recompensa eterna. Aunque salvos, ellos pueden potencialmente perder todas las recompensas que el Señor habría querido darles.
1 Corintios 3:15 Si lo que alguien ha construido permanece, recibirá su recompensa, pero si su obra es consumida por las llamas, él sufrirá pérdida. Será salvo, pero como quien pasa por el fuego.
Para los creyentes que han vivido habitualmente en un desierto espiritual, la idea de permanecer en constante comunión con el Espíritu Santo, parece poco realista. Tal relación bíblica con el Señor es percibida como idealista y más allá del alcance del creyente promedio.
La verdad es que no se trata de “llegar a un cierto nivel espiritual”, sino de tomar por fe lo que Dios ya ha provisto.
Si el creyente tan solo entiende la necesidad de dejar que el Señor gobierne su vida (el Señorío), y aprende a permanecer en forma habitual, él se gozará de la vida cristiana normal que Dios diseñó. No es algo que "alcanzar", es suyo por nacimiento espiritual. Todo creyente tiene derecho a vivir en la tierra prometida espiritual.
Para la mayoría de los creyentes, el estar atorado en un desierto espiritual podría haberse evitado, o reducido de manera significativa, si hubieran sido personalmente entrenados, (“espiritualmente emparentados”, "discipulados en forma personal"), cuando recién creyeron en Cristo.
5 & 6) Las líneas paralelas cortas, localizadas en el cruce de la vida del creyente, representan el “Río Jordán espiritual” y la opción del creyente de reconocer Su Señorío y entrar a la “tierra prometida espiritual”. Esto indica el “evento” en la vida del creyente de “optar” por dejar que el Espíritu Santo dirija su vida.
Esta no es una decisión de “trato de hacer lo mejor”, o de “comportarme mejor con mi propia fuerza”, sino de hacer una decisión de “rendir mi voluntad”, cargar Su yugo, y permitir a Él que viva Su vida a través de mí.
Mateo 11:28-30 (Jesús dijo) Vengan a Mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y Yo les daré descanso. Carguen con Mi yugo y aprendan de Mí, pues Yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque Mi yugo es suave y Mi carga es liviana.
Gálatas 2:20 (Pablo escribió) He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quién me amó y dio Su vida por mí.
Una vez que el creyente hace la decisión de someterse a Su Señorío, entonces la vida cristiana normal consiste de “permanecer en comunión” con el Espíritu Santo.
La línea sólida de arriba representa el tiempo en el cual el creyente está en comunión con el Espíritu Santo (“caminando en el Espíritu”). La presencia de la naturaleza pecaminosa en el creyente espiritual está representada por la línea de guiones.
7) Note que hay puntos en la línea, los cuales representan períodos de tiempo durante los cuales el creyente está caminando fuera de comunión con el Espíritu Santo.
El tercer espacio representa el ejemplo del Rey David.
Cuando el Rey David subió a la azotea de su casa, pudo o no haber estado en comunión con Dios; más cuando decidió adulterar y matar, claramente él estaba fuera de comunión. Él permaneció fuera de comunión con el Señor por un período de unos nueve meses.
La comunión no fue restaurada hasta justo antes que naciera el bebé, cuando David fue confrontado por el profeta Natán. Tan pronto como David confesó su pecado al Señor él fue inmediatamente restaurado aun por matar y adulterar. Sí, él sufrió consecuencias por el resto de su vida, pero tocante al perdón de Dios él fue perdonado inmediatamente y su comunión fue restaurada. Siendo restaurado en comunión no quiere decir que no hay consecuencias, pero sí, significa que hay perdón completo.
Como se ha indicado anteriormente, el someterse al Señorío de Cristo sobre la vida de uno no es una garantía de mantener una comunión espiritual sin interrupciones. El permanecer en comunión es condicional. En cualquier momento el creyente puede permitir que su comunión con el Espíritu Santo sea interrumpida, y encontrarse a sí mismo "caminando en la carne" (sumiso a la naturaleza pecaminosa). En cualquier momento, estamos sometidos al Espíritu Santo o estamos sometidos a la naturaleza pecaminosa.
Dios ha hecho provisión para que cada creyente pueda "caminar en el Espíritu" de manera consistente. Un creyente puede excusar el pecado usando el pretexto de "así soy yo", o citar versículos de Romanos 7, donde Pablo describe su lucha con la naturaleza pecaminosa. Sin embargo, cabe señalar que la vida espiritual de Pablo se caracteriza más por Romanos 8.
Ciertamente, todo creyente estará fuera de comunión con el Espíritu Santo a veces, pero dichos períodos deben ser la excepción, no la regla. Y aquellos tiempos de estar fuera de comunión (dominado por la naturaleza pecaminosa) deberían disminuir en frecuencia y duración a medida que el creyente madure.
El Espíritu Santo producirá Su fruto mientras que permanezcamos. Nuestra parte no es luchar para producir fruto, o preocuparnos por ello. Nuestra parte es permanecer en comunión con Él, y el fruto vendrá naturalmente. El Espíritu Santo solamente producirá buen fruto. No debo asumir que todo lo que hago mientras permanezco le complace a Dios. Él solo me hará responsable de acuerdo a mi nivel de madurez, así como los buenos padres entrenan a sus hijos.
Hebreos 12:10 En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como mejor les parecía: pero Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos en Su santidad.
Durante los períodos en que estamos fuera de comunión, el Espíritu Santo no tiene libertad para producir Su fruto a través de nuestras vidas. La vida del árbol no está rebosando a través de la rama si no está permaneciendo en comunión. Si el grifo está cerrado, no puede correr el agua, ¿no es cierto?
Juan 6:63 El Espíritu da vida: la carne no vale para nada;…
8) Dios quiere recompensar a cada creyente. Jesús nos manda acumular tesoros en el cielo, no aquí en la tierra. Los tesoros en el cielo son tan maravillosos, que ellos harán que todas las cosas de este mundo con las cuales estamos familiarizados no tengan comparación. Cada creyente tiene que decidir si quiere acumular tesoros eternos en el cielo o tesoros temporales aquí en la tierra. Jesús dijo: Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo.
Mateo 6:20-21 (Jesús dijo) Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo. … Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
1 Corintios 3:10-15 habla de “pérdida” potencial en la Ceremonia de Recompensa de los creyentes. Es importante distinguir entre la “pérdida” y el “castigo”. Pérdida no es castigo. Considere una ceremonia de graduación como un ejemplo. Quizás usted vaya a una graduación donde usted recibe un diploma. Otros pueden recibir elogios y premios además de su diploma. Por recibir solo el diploma, no sería correcto que usted se viera como “castigado”. Aquellos que recibieron premios especiales fueron elogiados por sus decisiones prioritarias. Usted también hubiera recibido premios especiales si usted no hubiera escogido perderlos en favor de otras prioridades que consideró más importantes.
El creyente que está caminando en la carne puede hacer “buenas” cosas (desde la perspectiva humana), tal como un incrédulo puede. Cualquier cosa, aunque sea pequeña, que es motivada por el Espíritu Santo es eterna y recompensable. Cualquier cosa, no importa la apariencia externa, que no es motivada por el Espíritu Santo es defectuosa, menos que perfecta, y sin recompensa eterna.
1 Corintios 13:1-3 (Pablo nos advierte) Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso.
Solamente aquello que es producido por el Espíritu Santo es perfecto y puede entrar en la eternidad. Solo el Espíritu Santo puede producir fruto perfecto. No tiene importancia lo que yo hago “para” Dios, sino lo que yo le permito al Espíritu Santo producir a través de mí.
Eclesiastés 3:14 Sé además que todo lo que Dios ha hecho permanece para siempre; que no hay nada que añadirle ni quitarle; y que Dios lo hizo así para que se le tema.
No tenemos que preocuparnos sobre la cuestión de fruto o no fruto. Debemos pensar más bien en dónde se origina el fruto. Mientras permanezco en comunión, puedo tener plena confianza que de acuerdo a Sus propósitos, el Espíritu Santo producirá Su fruto a través de mi vida. ¡Es tan sencillo como eso!
Juan 15:5 (Jesús dijo) Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en Mi, como Yo en él, dará mucho fruto; separados de Mi no pueden ustedes hacer nada. (es decir, nada de valor eterno)